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Carmen Alcaraz
Sábado, 22 de diciembre 2018, 14:48
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A veces todo surge de una idea loca, como montar en pleno centro de Málaga un sitio pensado para los malagueños. Sin más artificios que el buen producto y la atención personal. Este fue, hace ya dos años, el origen de El Tinglao de Lagunillas, un establecimiento a medio camino entre una tienda degustación, una vinoteca y una 'barrita' de barrio que se hace querer entre quienes lo visitan y, consecuentemente, frecuentan.
Tras trabajar muchos años como maître en renombrados restaurantes, Mauricio Saá, el propietario, decidió crear un proyecto con el que pudiera disfrutar de sus clientes, compartir su conocimiento enológico y seleccionar los mejores productos de la tierra. «Abrimos porque queríamos compartir nuestra pasión por el vino y el placer por la buena comida. Más que un sitio donde comprar y más que un lugar donde consumir», explica Saá. Y es que aunque inició su andadura como un ultramarinos renovado, el establecimiento ha ido desarrollando el concepto y comparte esta primera experiencia con la de un restaurante exclusivo –por delimitado–, en la que los productos y platos están en continua rotación. «Mi objetivo es acercarme a los clientes, compartir con ellos la experiencia y colaborar en que pasen un rato agradable disfrutando de la buena mesa».
Dirección y teléfono: Calle Lagunillas, 49. Teléfono 625 24 66 55
Cierra: Domingo y lunes a mediodía
Precios: Copa de Vega del Geva: 2,5€; Tabla de quesos: 11€; Ceviche: 7€
De este modo, con apenas seis mesas y en el espacio maravilloso de una auténtica casa antigua del barrio de Lagunillas, a solo unos metros del eje neurálgico de la capital, El Tinglao tiene el encanto de la cercanía, y la ambición de diferenciarse en ese tú a tú de la hostelería auténtica, con clientes habituales y relaciones que se entablan entre sorbos y bocados. Por eso no es de extrañar que incluso siendo un concepto muy malagueño, el establecimiento cuente con comensales asiduos de otras nacionalidades, que gustan de practicar su español y vivir este ambiente particular.
En lo referente a la carta, El Tinglao cuenta con una variedad de vinos locales y nacionales, productos de cercanía, conservas y delicatesen, chacinas y quesos que se presentan en deliciosas tablas combinadas, así como una variedad limitada pero muy cuidada de platos, entre los que destaca el rulo de ternera, el tataki de atún o el ceviche, receta que, confiesa, le enseñó a hacer un cocinero peruano. Natural, sin estridencias y en familia. No en vano, en esta aventura le acompañan su mujer, abogada de profesión pero que echa una mano siempre que hace falta, y su cuñada. Un equipo compacto que refuerzan en ocasiones especiales como las catas que organizan en colaboración con diferentes bodegas, y que se maridan con elaboraciones caseras. Todo ello en el enclave único de Lagunillas, un barrio tradicional abierto al arte y a la singular bohemia malagueña.
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