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Gastro confesiones

El reto de comer insectos

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Sábado, 16 de septiembre 2017, 13:37

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Los tabúes alimentarios nos acompañan desde que el ser humano empezó a culturizar la alimentación. Motivados inicialmente por el rechazo intuitivo a comer algo potencialmente dañino, y después por la repulsión visual, gustativa o de textura (razones más subjetivas), o por normas religiosas o morales, hemos cerrado la boca frente a determinados alimentos, aunque la globalización empiece a convencernos de darles una oportunidad. Quién iba a pensar que en España nos iba a volver locos el pescado crudo. Pero con los insectos la cosa nos va a costar más, al menos en Europa, por más que la FAO se esté empleando en los últimos años, incluyendo la publicación, en 2013, del informe Edible insects, future prospects for food and feed security (www.fao.org), en proponerlos como la proteína sostenible para el futuro del planeta. En 2015 abrió en Coín la primera granja de insectos, a la que han seguido otras en el territorio español. Su andadura empezó con acuerdos de comercialización en Gran Bretaña, Francia y Bélgica, países, junto con Holanda, pioneros en desarrollar legislación nacional para la comercialización de insectos para consumo humano en la UE. La normativa europea es aún muy restrictiva al respecto, porque los insectos, por más que nos ganen en antigüedad sobre la faz de la Tierra, en el viejo continente se consideran 'nuevos alimentos', y el freno para la industria empieza en la falta de normativa legal para las granjas y continúa en lagunas sobre especies adecuadas y restricciones en el uso de insectos en piensos para animales destinados al consumo humano, incluyendo las gallinas que, en las granjas ecológicas, picotean a placer lo que se pone en su camino. La lógica de la sostenibilidad alimentaria sopla a favor, aunque nos costará despachar un plato de saltamontes en vez de uno de gambas. Pero comeremos insectos con todas sus garantías más temprano que tarde, no lo duden. En batidos y barritas proteicas, en aperitivos crujientes, mezclados con la harina de las galletas o como componente de los cereales para el desayuno, ya se están usando. Y terminaremos por verlos con buenos ojos.

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