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Enrique Bellver
Sábado, 6 de abril 2019, 00:29
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Food Bar, dos palabras exactas que nos definen lo que es Perro Loco, un espacio gastronómico pensado para que los clientes experimenten con sus platos, se diviertan mientras comen y disfruten de un lugar repleto de color y de nuevas sensaciones sápidas, pero además creando cada comensal o grupo de comensales un espacio que llega a parecernos único. La música de jazz y bossa nova contribuye sin duda a crear ese ambiente que espera el cliente cuando acude a este local.
Dirección Madre de Dios, 43
Teléfono 951 592 305
Web perroloco.es
Cierra Ningún día
Todo el espacio está muy cuidado, empezando por la entrada, que ya no nos parece nada más poner un pie en el umbral un restaurante. Un enorme sillón colocado frente a un jardín vertical es lo único que nos vamos a encontrar cuando lleguemos a Perro Loco. Esos colores cálidos del jardín hacen que cada zona de esta casa sea cálida y acogedora. Pero en Perro Loco apuestan además por una cocina de maridajes con cócteles tanto clásicos como de autor. Esta opción no es exclusiva de los almuerzos o cenas, también se lleva a cabo en la zona de bar desde la hora del aperitivo hasta bien entrada la noche, lo que le convierte en un lugar adecuado para las copas de la tarde.
La carta es un fiel reflejo de esa cocina canalla que aquí se practica en todas sus dimensiones, incluso en el enunciado de cada uno de los apartados en lo que se divide la propia carta de cocina. Mariano Serrano, su jefe de cocina, pone en práctica una cocina bastante tradicional malagueña pero que acaba fusionándose con sabores, técnicas y platos de otros continentes y otras culturas alimentarias. En la parte de entrantes, llamada en cartas 'No corras y atiende', hay una matrioshka con gambón que es la versión de la ensaladilla rusa que en esta casa hacen y que llega al comensal con una original presentación donde las distintas capas de la ensaladilla tienen que ser desvestidas. Luego y para que no se 'líe' el comensal, lo mejor es la propuesta que hacen a base de croquetas de salchichón de Málaga o unos huevos rotos con langostinos, aquí llamados el perro al gallinero. Otro de los apartados, el de perra en celo, está más dedicado a la cocina de fusión, donde el ceviche de salmón con mandarina del Valle del Guadalhorce o el tartar de este mismo pescado con aguacates espachurraos nos aclaran a la perfección lo que Mariano pretende con estas fusiones. No obstante, el ceviche con mandarina es mucho más original y muestra esa fusión de los cítricos malagueños con la maceración de un pescado muy versátil a la hora de admitir salsa en crudo. El troceado de salmón con el aguacate pierde su identidad al primer bocado por la disparidad de sabores que nos encontramos en el plato.
Es en las carnes donde esa cocina de fusión está más presente. Muy correcto el wok malagueño de presa ibérica con chalotas por esa delicada reducción de Pedro Ximénez que tiene y el toque de las pasas que redunda en aportar una mayor sutileza a la carne. También muy en la línea el taco de pulpo en tempura.
La carta de vinos mantiene la misma filosofía que la cocina, es decir, una oferta pensada en sorprender al cliente.
Perro Loco en los meses que lleva abierto se ha posicionado como uno de los espacios más divertidos y acogedores de la oferta de restauración del centro histórico de la ciudad.
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