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Sábado, 23 de junio 2018, 15:54
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El hecho de que Pierre Marcolini, uno de los grandes maestros internacionales del chocolate, haya elegido Málaga junto a Barcelona para abrir sus dos primeras tiendas en España, habla del creciente interés que la capital suscita fuera como destino turístico, gastronómico y comercial, pero, sobre todo, es una buena noticia para los amantes de los chocolates de alta calidad y de autor. Hasta ahora, la única posibilidad de conseguir sus exclusivos chocolates en el territorio nacional era comprando a través de su página web (https://eu.marcolini.com/es).
Acreedor de premios y distinciones como la de campeón del mundo de Pastelería en 1995 (y subcampeón en 1992 y 1993), el atelier de Marcolini en Bruselas, su ciudad de residencia, está considerado como una de las mejores chocolaterías del mundo, aunque actualmente tiene más de 30 boutiques en países como Bélgica, Francia, Reino Unido, Mónaco, Japón o China.
Óscar Rosales, responsable de comunicación de la firma en España, comenta que para las primeras aperturas en este país «se barajaron varias ciudades, pero finalmente se impusieron Barcelona y Málaga, aunque este verano estaremos también en Marbella con un punto de venta en el Starlite Festival».
La tienda malagueña está ubicada en el Centro Comercial Vialia, y ofrece desde los clásicos a creaciones para esta temporada de primavera-verano: sus famosas ganaches (con sabores frescos de flores y frutas como yuzu, mandarina, compota de lima y chocolate negro; jazmín, bergamota y chocolate con leche; o azahar, frambuesa y chocolate negro, entre otros); los 'melove cakes' (una suerte de nube etérea con galleta de limón y cobertura de chocolate); unos inigualables macarons de sabores exóticos; helados; financiers, etc.
Junto a los sabores de temporada, los clásicos de la casa. Marcolini fue uno de los pioneros en la búsqueda de cacaos de origen. México, Venezuela, Perú, Cuba, Java o Vietnam son algunos de los países que ha recorrido para encontrar pequeñas producciones de comercio justo. Aplicando al cacao la filosofía del mundo del vino, afinó sus propios tuestes, moliendas y elaboraciones artesanales para llenar de matices desde tabletas y pastillas hasta bombones y trufas. El resto lo hacen los ingredientes naturales. Un desembarco de lujo.
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