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Una cura de humildad

Gastroconfesiones ·

ESPERANZA PELÁEZ

Sábado, 18 de mayo 2019, 00:18

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La última serie de Netflix dedicada a la gastronomía, 'Street food' ('Comida callejera'), es una maravilla por muchas cosas. La primera, por la belleza plástica y la sensibilidad con la que el director, David Gelb, retrata calles, personajes y platos. Gelb es el autor de la serie 'Chef's table', seguida por millones de profesionales de la cocina y 'foodies' a lo largo y ancho del mundo. Tanto, que cualquier cocinero o cocinera elegido para protagonizar uno de sus capítulos es automáticamente catapultado a la fama. A medida que han ido avanzando las temporadas de 'Chef's table', se ha visto en Gelb una tendencia a fijarse en personajes alejados de los universos Michelin o '50 Best', y ese camino ha encontrado a sus protagonistas más insólitos y ajenos al estrellato en este nuevo producto. 'Street food' es, para empezar, por la diversidad culinaria que retrata, un soplo de esperanza para quienes empiezan a estar preocupados por la tendencia a la homogeneidad alimentaria de la globalización.

Pero también es una galería de personajes que habitan un mundo distinto y ajeno al de chefs estrella, inversiones millonarias o 'influencers'. En cada entrega de la primera temporada, centrada en Asia, desfilan personas nacidas en su mayoría en la pobreza más desoladora, en los arrabales de ciudades superpobladas como Nueva Delhi, Bangkok o Yakarta. Sitios donde el hambre es todavía una preocupación mayor que la obesidad. Gente que se aferró a un wok, a una olla y a algún plato de su cultura por supervivencia, que aprendió a perfeccionar su receta por necesidad y que jamás había tenido sueños más ambiciosos que un techo y un medio de vida para su familia.

Profundos conocedores de sus productos, valiosos custodes de sus respectivas culturas alimentarias, gente que pregunta si la entrevista ha terminado para levantarse de la silla y volver a atender su puesto o coger su cazo para remover el guiso que está haciendo. Maestros que han descubierto el genio que llevaban dentro por ensayo y error en jornadas de trabajo maratonianas y sin red. Sabios que nos dan una lección de dignidad y de humildad.

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