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Sábado, 4 de agosto 2018, 16:41
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Ojo, que en la gastronomía malagueña, la periferia se mueve y no dejan de surgir propuestas interesantes. Un ejemplo es Qbo. Ubicado en Fuente Olletas, en el mismo local donde el sumiller Antonio Fernández madurara el éxito de su personal visión de la gastronomía con Dom Vinos, Qbo es un espacio pequeño físicamente, pero ambicioso desde el punto de vista culinario y de concepto. Su artífice es Gonzalo Guerrero, cocinero malagueño formado en La Fonda y La Cónsula, y sus colegas profesionales y vitales Guillermo Verdú e Iván Valbuena.
Guerrero, Verdú y Valbuena coincidieron trabajando en Londres. Luego, cada uno siguió su camino. Gonzalo terminó en México, donde le tocó tirar la moneda para ver si montaba algo allí o regresaba a España. Optó por volver a su tierra y, una vez que tuvo local, llamó a sus compañeros y los tres se embarcaron en un proyecto común que, en poco más de un mes de vida, ya está dando que hablar. Lo primero que llama la atención es la decoración desenfadada. El dominio del blanco ayuda a dar amplitud a un local lleno de detalles. Paredes ilustradas, instrumentos musicales de factura artesanal convertidos en lámparas, y cuadros de artistas jóvenes a los que se invita a exponer su obra.
Dirección C/ Toquero, 1
Teléfono 673983238
Cierra Domingo
Precio Croquetas de queso y chile: T 4/R 8€; Tiradito de vieiras: 5/10€; Tortilla trufada: 5/10€
La faceta cultural se completa con pases de cine mudo por las noches y, próximamente, microteatro en el pequeño reservado habilitado tras la cocina, donde también se pueden disfrutar de comidas y cenas para grupos. La carta, que cambiará con las estaciones para respetar la estacionalidad de los productos, mezcla raíces locales e influencias viajeras; seriedad en los planteamientos y elaboraciones, y ánimo de divertir en las presentaciones y en el contenido, como las croquetas de queso y chile, donde una de las cuatro piezas lleva picante y las otras no. O el 'postre Qbo', que se monta íntegramente frente al comensal.
Pero el divertimento está medido para que el protagonista sea el disfrute gastronómico, y platos como el ajoblanco de chufa, sardina confitada y melón osmotizado; el bacalao con trompetas de la muerte y toque cítrico o la sencilla pero espectacular tortilla trufada, hablan de la seriedad del planteamiento culinario. Otro detalle pensado para facilitar que el comensal pueda disfrutar probando distintos platos es que la mayoría de las propuestas de la carta se puede solicitar en formato de tapa o de ración, incluyendo el tiradito de vieiras y ponzu o los ravioli de calabacín, aceituna deshidratada y zanahoria en jugo de carne. En la sala, Gonzalo Guerrero se encarga de la acogida, de explicar los platos y de tratar de que todo esté a gusto del cliente. Reforzar la oferta de vinos es el siguiente objetivo de este interesantes proyecto.
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